
Me llamo Ana Salive, nací en Bogotá y hago música desde que tengo memoria.

Mi mamá se dió cuenta de que yo cantaba todo el día melodías inventadas y me inscribió en una academia de música en la que estuve estudiando saxofón desde mis 5 hasta mis 18 años.
Luego entré a estudiar música en la universidad con énfasis en jazz vocal.

Cuando era niña pensaba que las canciones las escribía un comité de dioses, semidioses, o seres de carácter fantástico o mitólogico y nos daban el regalo de poderlas escuchar e interpretar.

Esa creencia me acompañó hasta que, a los 13 años, tomé sin permiso la guitarra de la casa, que ya tenía encima muchas noches de boleros y poesías.
Empecé a rasgar acordes inventados y a tararear melodías, mis primeras canciones, yo, simple mortal, humana, haciendo canciones...

Descubrí mi teoría de niña era, en parte, cierta. Las canciones llegan hechas, retumban ya escritas en el universo y cuando se quieren materializar bajan a las manos de algún ser humano que las haga realidad.
Ese ser humano a veces soy yo.
¡Qué afortunada!
